¿Ha comprobado que últimamente en su empresa los empleados comienzan la jornada cada mañana con cara de tristeza y desmotivación?, ¿nota que los cuchicheos en los pasillos son más habituales?, ¿parece que todo el mundo se queja de las condiciones en las que realiza su trabajo y de lo mal que está el mercado?
Entonces es que su empresa está en la lista de las ahora denominadas por algunos expertos en psicología de empresa como una compañía `tóxica´. Este tipo de empresas, que ha aumentado de forma espectacular por la crisis, se caracterizan por el alto grado de desmotivación e infelicidad existente entre sus empleados.
En algunas corporaciones, sobre todo en muchas PyMEs y en aquellas de capital familiar, los directivos defienden el `látigo´, la presión y el `ordeno y mando´ como fórmula de aumentar la productividad porque creen, de forma equivocada, que de esa manera su personal rendirá más y será más productivo.
Los estudios más recientes especializados en capital emocional aseguran que las organizaciones ahorrarían una gran cantidad de dinero (“harían un gran negocio” según palabras del consultor Jesús Gallego, responsable de la empresa capitalemocional.es) si de verdad mantuvieran bajo control el clima laboral de su personal. Sobre todo en momentos como el actual, en el que muchas de ellas se están viendo obligadas a reducir sus plantillas, reorganizar sus negocios y mantener sus recursos al mínimo.
Y es que los manuales de psicología emocional advierten que para contrarrestar las emociones negativas que cada empleado “quemado” provoca en un centro de trabajo hacen falta otras cinco positivas, de ahí el alto coste que tiene para las empresas la insatisfacción y el desánimo profesional de su plantilla.
Los especialistas en esta nueva disciplina denominada capital emocional están convencidos de que las empresas tienen “alma y corazón” y que como cualquier organismo vivo “pierden el norte y se des-estructuran” si implantan modelos que generan pesimismo e infelicidad en vez de por la motivación y la conciliación familiar y personal.
Pero para que las empresas sean “felices” es necesario que los trabajadores lo sean también por sí mismos, al margen de la política desarrollada por la empresa. Los gurús dan a los empleados “quemados” y desmotivados una serie de recetas para conseguir mejorar la ilusión en su puesto de trabajo, especialmente en estos momentos de recesión.
Primero: cambiar el punto de vista y fijarse más en las cosas buenas que se tienen y menos en las que no se tienen o se echan de menos, ya que el cerebro funciona mejor cuando trabaja con enfoques positivos.
Segundo: intentar alejar los sesgos personales a la hora de afrontar un proyecto o problema en la empresa ya que “cuando el cerebro aplica sus propios prejuicios no nos permite ver la realidad con objetividad”.
Tercero: vivir el día a día y no hacer llegar a la mente el mensaje de que la mala situación laboral que vivimos en la empresa se mantendrá para siempre, ya que no es verdad pues normalmente los empleados registran numerosos cambios en las grandes organizaciones.
Y el cuarto consejo, pero este dirigido a los jefes: dar más palmaditas en la espalda a sus empleados cuando hagan las cosas bien ya que tan sólo un 52% de los trabajadores reciben una valoración positiva por parte de sus superiores. ¿No le suena familiar la situación de presentarle a su jefe un proyecto impecable y que éste no le de ni una mínima felicitación?
Todo esto es importante por que pasamos muchas horas en el trabajo y es muy importante, por el bien de los trabajadores y la empresa, que cada empleado tenga el mayor nivel de satisfacción en todo ese tiempo. Y hoy se sabe con seguridad por estudios sociológicos y neurológicos que "las personas más felices son siempre las que tienen más éxito".
¿La solución? Según el orientador y experto en coaching Jesús Gallego, hoy más que nunca se hace necesario en las empresas la creación de una nueva figura, la del “gestor de toxinas” que vigile el estado emocional de los equipos, ya que según él, las empresas que lo implanten harán el negocio del siglo y ahorrarán mucho dinero a la compañía.